miércoles, 1 de octubre de 2008

El Entierro del Conde Orgaz


Domínikos Theotokópoulos, más conocido como El Greco es una de las máximas figuras de la historia de la pintura. Se formó en un ambiente bizantino, denominado por los italianos maniera greca, pero recibió influencias del arte que llegaba de Italia. Pasó por las principales ciudades de Europa antes de instalarse en España. Su obra cayó en el olvido por su alargamiento de los cuerpos y las caras, pero fue descubierto por el historiador del arte M. B. Cossío
El cuadro fue pintado en el 1586, la época de la Contrarreforma que desatará una larga lucha entre las dos Europas en la guerra de los treinta años. En la obra vemos cómo se deposita en la tumba el cuerpo del conde, según la leyenda, a cargo de San Esteban y San Agustín. Cristo preside la imagen junto con la Virgen, que se prepara para recibir el alma del difunto, mientras Juan el Bautista rinde homenaje a Jesús. A la derecha vemos al capellán que encargó el cuadro.
En la parte de abajo encontramos a veinticinco figuras de pie, que dan una sensación de verticalidad sobre horizontalidad. Esto crea una cruz con un eje que va desde Cristo hasta el cuerpo del conde, y otro compuesto por las cabezas de las figuras de la escena. Todas las figuras están mirando el milagro (el ascenso del alma) menos dos: El Greco y su hijo.
El cuadro tiene dos estilos diferenciados. La parte superior es claramente manierista, con las posturas y los cuerpos forzados y distorsionados. La parte de abajo pertenece a la época en la que El Greco pasa en Roma. Vemos un gran dominio del color, pero como en todo el Renacimiento, el dibujo domina al color (al contrario que con el Barroco). El poco color que hay se queda en primer plano, mientras que en segundo plano se dejan los colores oscuros. Mientras que la parte de abajo tiene las figuras y espacios bien diferenciados, la de arriba parece deshacerse, en especial la figura de Cristo y las nubes. Vemos un dibujo espectral, clásico de la segunda etapa del pintor.
Vemos influencias de Tintoretto, el pintor veneciano. Una característica de sus pinturas es que no están acabadas hasta que reflejan aquello que el autor quiere expresar. Por esa razón muchos de sus cuadros tienen un fondo gris, ya que este color refleja muy bien los estados de ánimo. Otra característica del autor es que no deja ningún espacio vacío: a esto lo conocemos como horror vacui. Vemos una clara tendencia al Barroco; por ejemplo, la parte de abajo puede recordar Ronda de Noche, de Rembrandt.
Como vemos a través del cuadro, El Greco era un hombre que vivía su religión, y la expresaba. Su misticismo lo puede relacionar con otros artistas, como San Juan de la Cruz, o Santa Teresa de Jesús.
Una curiosidad sobre el cuadro es que, en principio, iba destinado a ridiculizar al conde, ya que no había pagado por la obra. El destino no está carente de cierta ironía (mencionando a mi querido Morfeo), pues el cuadro ha acabado sobre la tumba del protagonista.

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