domingo, 12 de octubre de 2008

La Venus de Urbino

Es un lienzo al óleo del pintor Tiziano, en el que aparece en primer término la figura desnuda de una mujer, llamada la Venus de Urbino por Vasari, ya que inicialmente el cuadro simplemente se refería a “La mujer desnuda”.

Se puede ver un fuerte contraste de luces y sombras. La luz dorada proviene de la izquierda e ilumina la figura, que ocupa el centro de la composición y se dispone en línea oblicua. Hay una idea de perspectiva materializada en el alejamiento de las baldosas del suelo y la disminución de las figuras hacia el fondo del cuadro, culminando en el paisaje que se ve a través de la ventana, paisaje que da una sensación de infinito.

Los rasgos de la mujer retratada son más realistas que idealistas. Esto viene indicado por la inclusión de la figura del perro, símbolo de la fidelidad. Dicha mujer podría tratarse de la esposa del duque de Urbino, de una cortesana o incluso de una alegoría neoplatónica.

La imagen destila un erotismo sensual, una novedad en la pintura del cinquecento, pues hasta entonces el desnudo se inscribía en unas reglas religiosas o de pura estética, sin mostrar ese erotismo que se manifiesta en una mirada provocativa y abierta al espectador, la caída de los cabellos sobre el hombro o las flores que lleva en la mano. La mujer se tapa púdicamente la zona púbica, al estilo clásico y es un recuerdo de La Venus dormida de Giorgione, pintor del que obtiene muchas influencias, pues trabajó con él en el taller de los Bellini en Venecia. La diferencia con la Venus de Giorgione es que ésta, al aparecer dormida no tiene el tinte sensual y erótico que trata de manifestar Tiziano. Tiziano la coloca en un ambiente cerrado, una estancia, al contrario que Giorgione que la sitúa en un espacio abierto.

El lujo que rodea la estancia puede ser reflejo de la riqueza de la ciudad de Venecia, que adquiere con su comercio. Tiziano fue declarado pintor oficial de Venecia y consiguió gran fama, marchando a partir de entonces a varias ciudades y siendo reclamado por príncipes europeos, como Carlos V o los duques de Urbino, ciudad donde pintó este cuadro.



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